Hasta el final

Si nuestra salvación dependiera del último día antes de descansar, ¿qué estaríamos dispuestos a dejar y por qué estaríamos dispuestos a vivir?

Por un Rey supremo, irreemplazable.

¿Soltaríamos las líneas y rayas digitales, los destellos que consumen la atención, para abrazar una vida rendida a tu Palabra y una conciencia formada por la eternidad?

Que los cantos y las promesas no se queden en palabras, sino que se vuelvan fe vivida, obediencia diaria, piezas sencillas que se unen como bloques vivos, encajando unos con otros hasta formar una vida para Tu gloria.

Aun en el valle de huesos secos, que tu voz sea escuchada, y donde todo parece inmóvil, vuelva a nacer la vida.

Que la tristeza y el dolor nos enseñen a orar; que la enfermedad no robe la esperanza, sino que mantenga la mirada firme en lo que has prometido.

Porque vendrá el día en que no habrá llanto, ni dolor, ni muerte, y toda aflicción habrá cumplido su propósito en nosotros.

Que las crisis y las grandes preocupaciones sean vistas a la luz correcta: como esferas de cristal agitadas por un momento, bellas en su forma, pero frágiles y pasajeras, incapaces de sostener el alma.

Porque la vida es breve: un momento, un día, sostenido completamente por tu gracia.

En ese breve tiempo, que nuestras intenciones queden expuestas; que lo puro y lo santo no solo se confiesen, sino que se vivan con temor y gozo.

Enséñanos a caminar con pasos firmes, dependientes, sin confiar en nuestras fuerzas.

No afirmamos haber llegado, pero seguimos corriendo la carrera, no para ganar Tu favor, sino porque ya hemos sido alcanzados por Él.

Correremos hasta el fin de nuestros días, o hasta donde Tú, en Tu sabiduría, decidas llamarnos.

Sabemos que la corona no es el centro, sino tu presencia; que la recompensa final es sentarnos a la mesa frente al Gran Rey, plenamente satisfechos en Él.

Perdón por los días mal habitados, cuando el tiempo fue disperso y el corazón estuvo dividido, cuando se perdió el asombro por Tu gloria.

Redime nuestras horas. Enséñanos a vivir como quienes saben que todo cuenta. Haz ligera nuestra carga, no quitando el yugo, sino enseñándonos a amar Tu yugo.

Envía mensajeros, compañeros fieles, que nos recuerden, cuando olvidemos, que no vivimos para este mundo, sino para verte, disfrutarte y perseverar en Ti hasta el final.

Amén.

Filipenses 3:12–14 — Correr la carrera habiendo sido ya alcanzados por Cristo.

Apocalipsis 21:4 — El fin del llanto, del dolor y de la muerte.

Mateo 11:28–30 — El yugo que no se quita, pero se aprende a amar.

Este poema no distrae de Dios; lo señala.

Donde maduran los años

Que los años pasen en los rincones más sagrados del silencio, en esas mesas y ventanas donde aún guardo los olores de la vida y de las grandes memorias.

A la luz de las velas, en las noches rojizas donde el tiempo se detiene, tu voz susurra pensamientos a mi espíritu y despierta afectos que no sabría nombrar.

Que nunca falten las lágrimas por tus secretos revelados, por tus abrazos en mi desesperanza. Que mis lápices marquen y anclen, hasta el fin, las promesas que exhalan cielo y tu corazón extendido en eternidad.

Uno debería suspirar siempre al ver ese libro donde reposan vidas:

páginas envejecidas, trazos que maduran los años. Y pienso hoy en cuánto has sostenido mi vida en cada hora, en cada herida, en cada día que parecía perdido… perdido sin Ti.

Que podamos envejecer a la luz de tu Palabra; que nuestros afectos se eleven hacia Ti, Padre eterno.

Como enseñaba Edwards:

Allí donde la verdadera belleza

enciende el alma

y la vuelve eterna.

Inamovible Roca

De las eras, Dios
Mudas los tiempos,
los segundos en años,
y el dormir en sueños,
acumula suspiros y grandes recuerdos.

Los afanes del alma, los pasos apresurados,
cargan sonrisas, esperanzas y fatiga.

Los refugios y los secretos
de un espíritu que todo lo sabe,
reservado para los tiempos de mesa,
y un hogar que, de por vida, abraza
en pequeños y grandes manjares.

Sonrisas y preocupaciones,
gestos e historias.
Osos que devoran,
y mensajeros de media talla,
anunciando con inocencia
una verdad ardiente para corazones fríos.

Recitales y versos donde su voz
recuerda por siempre los trazos del cielo
y la vida en la tierra.

Cantos y palmas,
saltos y oraciones que no cesan:
un legado, un fin,
el silencio y las fallas,
y un Redentor que todo lo paga.

Marcos de memorias eternas,
y abrazos que siguen y seguirán sanando.

Lo falso y lo vil, pero nada comparable en todos los tiempos como la Roca eterna,
perfecta, verdadera, justa y recta,
por siempre inamovible.

“Solo él es mi roca y mi salvación, mi fortaleza donde no seré sacudido. Mi victoria y mi honor provienen solamente de Dios; él es mi refugio, una roca donde ningún enemigo puede alcanzarme.”
‭‭Salmos‬ ‭62‬:‭6‬-‭7‬ ‭NTV‬‬

El Vientre y sus Máximas

Decidí mi postura, mi convicción.
Decidí acallar mi alma, cerrar mis oídos y mis ojos a los sonidos de esta vida.

Las olas vienen y van;
y revueltos somos, en tempestad,
guiados por ciegos en censos dispersos
de relativismos, fortunas y placeres,
enfocados en lo alto de la cumbre.

El corazón no se cansa,
y desbocados vamos,
en la ruin verdad de almas sin sentido,
sometidas al señorío del príncipe y su mundo:
el vientre y sus máximas…
perdidos somos.

Pero en los silencios,
y en las voces dentro del silencio,
los temores en soledad se disipan.
Y sus consejos, como dulces bocados de pan,
Ciertos verdaderos y eternos,
son reservados para los valientes
y discretos apasionados por Su voz,
que aliento y vida nos da.

Fiel consejero siempre eterno.

Proverbios 9

Destellos de Él

Al Cristo Resucitado, Milagros Visibles. Los bucles que llaman en aguas profundas, los ojos cerrados, el cielo expirando en la eternidad.
Cautivos de anchos caminos, la soledad estrecha, y en suspiros, la meta de muchos, pero que pocos se atreven a recorrer.

Galardones del alma, pero si en el alba no viste mi rostro, recuérdame que extrañas mi esencia, fiel Creador. Tus palabras me transforman, vida dame cada día. Hazme testigo de tu poder, y aunque sean estrechos mis pasos, que mi pasaporte y mi ciudadanía sean siempre sellados por tu reino.

En honor a ti, mis coronas, los reinos y el cielo, y Tú, el gozo supremo. La vida como sombras, el reflejo de nuestro afán, la imagen en réplicas, imitamos y anclamos en nuestro ser la creación del Creador.

¿Ilimitados o limitados?

Recuerdo las horas ilimitadas tras el sonar del segundero. Hoy el tiempo llena el vaso y sin sentido en porcentajes de vida, se suele decir que vamos a media cuota.

Fotos en analógico, el incumplimiento y el botón de apagado de una red social. Quizás, para los más cuerdos y osados, significa el mayor acto de rebeldía.

Manos ligeras, perdidas en pensamientos, y el modo avión exclama en azules el cielo.

Lo cruel de las jaulas y el sinfín de la escritura: las oraciones, la música, los versos, los diseños y las nuevas ideas. Ilimitados y tan limitados a la vez.

Llegará el día en que mis ojos vean ese reloj antes del adiós definitivo, y fundido en ese tic-tac, lo corto de la vida llamará a un nuevo mundo.

¡Qué corto es este momento!, como sobras de pan, fue destiñendo los abrazos, las sonrisas y las peleas. Todo fue olvidado, pero los grandes gestos y el alma en caminos eternos, que hablan de un Dios sanador y salvador, lo cambian todo cuando Él es el florero en el centro de nuestra mesa por siempre.

Antítesis del corazón

Los dobleces en multitonos, de lo creado en vida, son vendidos por universos, postores irreverentes, cálidos y extravagantes, mágicos y perfectos.

Las bocas sin lenguas y los ojos sin visión, la muerte y los basureros presumen de su pasión. En lo simple y en la dicha del hombre bueno, está la ley de su rey.

Los eruditos sobre los pensantes, las ideas sobre la razón y el corazón, de mansos y turbios placeres, derrochando cada gota de vida y energía.

En los sabores del cielo, la sabiduría afirma y crea mundos que cantan y definen al más sabio e inconmensurable Dios. ¡Viva por siempre!

El justo y su firmeza, sus pasos son llenos de paz y alegría; por otro lado, el insensato y el temor en formas de muerte. Su tristeza es profunda y en su todo nunca habrá esperanza.

En la antítesis del corazón, solo hay una roca que no falla. Sus palabras son fieles y viven para siempre.

“Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano.”
‭‭Salmo‬ ‭139‬:‭5‬ ‭NVI‬‬

Del príncipe y su mundo

Los justos, sobre los cielos, elevan sus manos. Lo limpio se conserva limpio, y lo sucio para los cerdos es un festín que pudre el corazón. La vista es oscura y los placeres altos, llenos de luces con festines, ideas y osadías.

Quizás los basureros tiñen el alma, a cuyos espíritus se desbordan hacia un abismo sin fin, del príncipe y su mundo, del marketing y sus campañas, la ceguera y sus ciegos, de eso tan aclamado nunca se dará tanto.

El corazón desvirtuado y la sed que consume lo poco y lo mucho de un globo en extinción, en angustias el pan y en migajas la porción de un día que en afanes cierra sus puertas sin esperanza.

Los tiempos de mesa, el sol de un nuevo amanecer, es él, nuestra esperanza de gloria. Los que miraron su rostro fueron alumbrados y luz brilló para sus casas. Lo eterno y un hogar que espera, lámparas que no se apagan aún en tempestades, del cielo oleo de gozo y corazones que arden por su regreso. Maranatha cristo ven.

Los sonidos del corazón

El silencio habla, y el ser exhala en tonos y voces que en laberintos y arte frente a espejos diseñan nuevos caminos y cuadros para el alma.

Sé nada en reversa en la mitad del océano, son los días del futuro puesto a mis pies, desperté y era ayer.

Los egos con un fin, lo importante en desnudez y sin gloria cierra los ojos para un olvido eterno. El correr y el afán pierden sentido, la luz y el respirar regalo divino.

Los valores y sus escalas el placer y sus máximas expresiones, piel por piel y el alma en un embudo sin fin, los pasos sincronizan, la mente en lucidez que en sensatez persigue y canta por regalos y afanes supremos.

La quietud del hombre cambia su destino y sus vuelos detonan surcos con fines supremos.

Abre mis ojos…

In your seas

Destellos, anclada está mi alma a ti.
Tiernos y suaves aromas de la mañana, es el despertar de días soñados, aviva mi ser.

Tesoros en gloria en lo profundo de un oscuro mar, vinieron siendo mis días, en medio de sombras sin colores y sin memoria, la lucidez de un alma feliz en su naufragio.

Los fantasmas en rostros falsos, los deseos por segundos y sus más grandes afanes, rumbos equívocos y destinos en honor al corazón, dormido pero despierto vuelvo a brillar en lo profundo del mar.

Los recuerdos en altamar, el sol con ímpetu, el viento a la deriva y ninguna ola detiene a aquel a cuya mente alma y corazón ha propuesto la eternidad y sus infinitos tesoros, noches en suaves melodías, escritos y promesas incontables como estrellas, es un domo celeste e infinito que despierta.

Duermo y aún está su brillo, su respirar y latir armoniosa melodía, ahora son sus palabras golpeando en versos cada pulso de mi pequeño corazón.

Nuevamente perdido en ti.

Versión 2023

“1 (1b) Dios es dueño de toda la tierra y de todo lo que hay en ella; también es dueño del mundo y de todos sus habitantes. Dios afirmó la tierra sobre el agua de los mares; Dios afirmó este mundo sobre el agua de los ríos. Solo puede subir al monte de Dios y entrar en su santo templo el que siempre hace lo bueno y jamás piensa hacer lo malo; el que no adora a dioses falsos ni hace juramentos en su nombre. Al que es así, Dios lo llena de bendiciones; ¡Dios, su Salvador, le da la victoria!”
‭‭Salmos‬ ‭24‬:‭1‬-‭5‬ ‭TLAI‬‬